Cuando hablamos de productos premium, nos referimos a aquellos que utilizan materias primas de mayor calidad, procesos de elaboración más cuidados y tiempos más largos que privilegian el arte sobre el volumen. Estos productos están diseñados para clientes que buscan exclusividad y están dispuestos a pagar un valor superior por experiencias únicas.
En contraste, los productos masivos apuntan a la eficiencia: costos bajos, producción a gran escala, tiempos reducidos y, muchas veces, menor cuidado por la salud y el medio ambiente. Son accesibles, prácticos y pensados para el consumo diario.
Momentos de consumo
El consumidor moderno combina ambos mundos: en la cotidianidad recurre a productos masivos, mientras que en momentos especiales prefiere la experiencia premium. Sin embargo, cuando se conoce la diferencia real en calidad, procesos y beneficios, es difícil regresar al consumo masivo.
Hoy los clientes valoran cada vez más el consumo responsable y consciente: menos cantidad, mayor calidad. Esto ha permitido que el producto premium se consolide como una elección frecuente, no solo exclusiva.
Destilados vs. licores
Conviene aclarar una diferencia clave:
- Destilado: bebida alcohólica obtenida mediante la destilación de líquidos fermentados en alambiques.
- Licor: un destilado al que se le añaden azúcares, frutas, hierbas u otros saborizantes, resultando generalmente en menor graduación alcohólica.
El auge del aguardiente premium en Colombia
En nuestro artículo anterior repasamos la historia del aguardiente en Colombia. Hoy exploramos su evolución hacia el segmento premium, posible gracias a la Ley de Aguardiente sin fronteras y la Ley 2005 de 2019 (Ley de la Panela).
Para que un aguardiente sea considerado premium, debe cumplir con dos condiciones esenciales:
- Ser exclusivo, no masivo.
- Elaborarse con agua, caña de azúcar, levaduras y anís, con o sin botánicos y con o sin paso por barrica.
Principales marcas de aguardiente premium en Colombia
Mil Demonios
El primer aguardiente premium creado en Colombia. Elaborado en la costa atlántica por la fábrica de ron La Hechicera, se inspira en la Cartagena colonial. Es un licor de caña triple destilado, con botánicos como jengibre, hinojo y cilantro, que le otorgan notas herbales, cítricas y mentoladas. Graduación: 29%.
Tapetusa Don Efra
Considerado “el papá del aguardiente”. Hecho con miel de caña o panela, ofrece un perfil más dulce y floral que el viche. Puede alcanzar hasta 70% de alcohol, aunque se proyecta su comercialización legal al 35%.
Aguardiente 1493 (Real)
Creado en 2010 por la Fábrica de Licores de Antioquia, fue el primer premium de una licorera departamental. Se refina con carbones activados y reposa en roble, logrando notas de vainilla, caramelo, fruta y madera. Graduación: 29%.
Aguardiente Jubiló
Nació en 2019 de la unión entre José Rafael Arango, Carlos “El Pibe” Valderrama y Édgar Rentería. Triple destilación con botánicos, vainilla, canela y bergamota. Su anís es delicado, equilibrado y no domina la experiencia.
Aguardiente Desquite
El primero en acogerse a la Ley de la Panela. Elaborado en alambiques de cobre en San Francisco de Sales (Cundinamarca) con caña orgánica, miel virgen y agua de manantial. Disponible en 38% y 28%.
Ron Artesanal Quimbaya
Aunque es ron agrícola, sus raíces lo conectan con el origen del aguardiente. Producido 100% en Colombia con caña nacional, fermentado y añejado en roble francés. Ofrece notas de caramelo y miel.
Viche Mano de Buey
Exponente de las bebidas ancestrales del Pacífico. Destilado de caña poj 2878 con métodos tradicionales, fermentación corta y destilación simple. Graduación: 40%. Sabor cítrico y carácter fuerte.
Aguardiente Cumbé
Una versión refinada del aguardiente tradicional, producido en el Quindío y actualmente en alianza con la Licorera del Tolima. Suave, con notas de anís y roble, elaborado artesanalmente en pequeños lotes.
Un portafolio en expansión
Cada una de estas marcas representa un perfil único de sabor y elaboración. Desde los botánicos de Mil Demonios hasta la herencia ancestral del Viche y la Tapetusa, todos aportan exclusividad, identidad cultural y un consumo más consciente.
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